
Eva Bustos (Salobreña, 1968), escritora de emociones, apasionada de las historias que nos hacen reflexionar sobre la vida y las relaciones que forjamos
Descubrí muy pronto mi vocación por la escritura, como medio para plasmar mis sueños e inquietudes sin sentirme observada por los condicionamientos y juicios externos. Mi alma creativa diseñó unos mundos de fantasía que desarrollé en mi block cuadriculado, narrando historias en las que me sentía protagonista y observadora omnisciente, al mismo tiempo. Siendo la mayor de cinco hermanos, entre los que existe muy poca diferencia de edad (sobre todo entre los cuatro primeros), adquirí una independencia temprana que se instalaría en mi carácter como una señal de identidad. Aquella niña solitaria (que aún vive en mi interior) encontró en su universo imaginativo el lugar en el que entender el mundo que la rodeaba, y sus afectos, aspectos que ha sido fundamentales en el desarrollo de la visión de mí misma y del amor.
La escritora en ciernes.
Ese espacio de creatividad se hizo patente en los primeros compases de mi etapa estudiantil, en la que algunas de mis pequeñas obras fueron destacadas por mis profesores. Con tan solo siete años de edad compuse una redacción dedicada a mi padre, que fue publicada en la revista del colegio donde cursé mis primeros estudios de EGB (Colegio Público Príncipe Felipe, de Motril). Con doce años, un relato que escribí sobre el mar fue elegido, nuevamente, para publicarse en la revista escolar (esta vez fue en el Colegio Público Francisco Mejías, de Motril, centro en el que cursé la, entonces, Segunda Etapa de EGB). En esos años, participé en algunos certámenes locales de poesía y narrativa, en los que fui premiada con un tercer premio (poesía, 1981) y un cuarto premio (narrativa, 1983). A partir de ahí, y en el ámbito íntimo de mis diarios, mi escritura se hizo profusa, principalmente en el género poético, que utilicé como medio de expresión de mis fantasías, desamores y anhelos adolescentes. Sin embargo, fue en la narrativa donde encontré la libertad creativa que buscaba.
La escritora de emociones
Después de cursar estudios como Técnico Administrativo, desempeñé diversos puestos de trabajo en empresas locales que compaginé con mi vida de familia (tengo dos hijos, a los que adoro). Más tarde, decidí enfocarme en la preparación de oposiciones como funcionaria de carrera de la Administración Local, puesto que desempeño en la actualidad.
Tras ese largo paréntesis, decidí volver la mirada hacia mi pasión por la escritura. En la madurez de mi cuarta década nació mi primera novela publicada, Un Paseo por el Espejo, que comencé a escribir en un block tamaño A4, con bolígrafo BIC azul. Poco después, continué su elaboración en un ordenador portátil, hasta su finalización, quince años después. A lo largo de todo ese tiempo, el armazón de Un Paseo por el Espejo se construyó teniendo en cuenta que los dos espacios temporales en los que se desarrolla su trama (años ochenta y año dos mil diez) no podían abordarse conjuntamente. Fue prioritario atender esa llamada a la introspección, investigar en ella y aprovechar sus dones para volver a mi esencia como escritora de emociones. Una puerta se abrió de par en par para pasear por el espejo en el que se reflejan los deseos más profundos. Con esta novela, he querido desvelar el mapa de emociones de unos personajes que nos invitan a mirar a nuestras partes, a interpretarnos en lo que nos pasa cuando idealizamos el amor, o cuando la solidez de nuestros vínculos se pone a prueba con la entrada en escena de los prejuicios. A lo largo de la novela, el narrador omnisciente les sigue, como buen observador de vidas, ofreciendo la banda sonora que acompaña a las protagonistas en momentos de cada capítulo. Con la música como latido de ese músculo imponente que es el Amor, esta historia de pasión nos invita a ese paseo por el espejo de nuestra versión más auténtica.

Todos los caminos llevan a la espiritualidad
La entrada en la etapa de los cuarenta supone un impacto vital que mueve nuestros cimientos. En mayor o menor medida, eso sí, depende de cada configuración personal, pero a todos nos concierne. Es como, si de pronto, la vida te invitara a un pase privado de tus sueños antiguos, expectativas frustradas, y objetivos que no terminan de alcanzarse, desfilando provocadores sobre una pasarela imaginaria. En esa marcha sinuosa se pasean también los logros alcanzados, pero es en los modelos vestidos de frustración en los que ponemos el foco, pues son los más llamativos, incómodos y antiestéticos. Enseguida queremos resolver el aspecto de nuestro vestidor interno, y nos afanamos en buscar opciones distintas de las que elegimos en el pasado. Fue que me adentré en esa indagación, y busqué mis caminos con las lecturas de libros como El poder del Ahora (Eckhart Tolle), Usted puede sanar su vida (Louise Hay) y Tus zonas erróneas (Wayne Dyer) que, confieso, impactaron de manera importante en el desarrollo de mi evolución personal. Otros libros, como Donde el corazón te lleve (Susanna Tamaro) pusieron letra a la música que escuchaba dentro de mí, inspirando mi lema Crea una vida que ames. Incorporé a mi vida la práctica del yoga, que resultó enriquecedor para seguir profundizando en esa recién hallada faceta espiritual. También, la meditación, que descubrí como un camino hacia la libertad que nos trae al momento presente, el único lugar donde la vida existe.
Este proceso interior es un movimiento vivo, envolvente, y sigue vigente en este viaje hacia el autoconocimiento. Y es que, como diría Albert Espinosa, cuando crees que conoces todas las respuestas, llega el Universo y te cambia todas las preguntas.
Rituales de una hacedora de historias
Pasear por las playas de la Costa Tropical granadina es un lujo del que puedo disfrutar para respirar hondo y liberarme de bloqueos creativos Cuando necesito soltar para crear, el contacto visual con el mar me sumerge en un oleaje de emociones antiguas que embisten la fortaleza que se va erigiendo con los años, y quiero saber que me quieren comunicar en esa exigencia. Es un lenguaje que recorre mi envoltorio telúrico, me limito a escuchar a mi cuerpo, permito que se exprese para entenderlo, y escribo sobre mi cuaderno de campo lo que dejan sobre mí esas olas imaginarias, para comprender. Todo esto ocurre a veces, pero no es lo habitual. Mi puesto base a la hora de escribir está en el despacho de casa, rodeada de las constelaciones de mi espacio personal. Mi estación lunar, desde donde diviso el universo de emociones que alimenta las historias que quiero contar. Prefiero la tarde para escribir, acompañada de un café en mi taza favorita, y, esto es esencial, mis auriculares inalámbricos, imprescindibles en mi rutina de escritora. Cada play list de mi reproductor conecta con un estado emocional que dirige mi impulso creativo de ese momento. La música me cuenta lo que quiero escribir. Es la nave intergaláctica en la que viajo al centro de mi corazón para encontrarme con las historias que piden ser escritas en mi ordenador portátil.
Mis lecturas favoritas.
Una de las primeras lecturas que me impactó fue La leyenda del lobo cantor (George Stone), que conectó con mi espíritu adolescente, libre, amante de la naturaleza, y la fuerza de la Vida que empuja en cada fragmento, rezumando belleza sin parangón:
LEYENDA:
El Lobo cantaba a la Montaña, que era orgullosa.
El Lobo cantaba para Todos.
Su canto era de Amor.
A la Tierra. A la Vida.
La verdad de su Alma. Un arroyo sin fin.
Era ya antiguo cuando vino el Hielo.
En los tiempos de Dirus, el Gran Lobo Terrible.
Quien no siente este Amor, no puede cantar.
Y llamará maldad a la Canción, indigna de los lobos.
Así era Rufus, Rufus el lobo tirano. El destructor.
Él y sus fieles se llevaron la Canción.
Y, durante milenios, el Cielo estuvo vacío.
Pero el arroyo siguió fluyendo. Uniendo el Pasado y el Futuro.
Dirus regresó.
Su búsqueda fue larga. Pero segura.
Pues el Espíritu vivía, esperando.
Liberado, resurgió su Poder.
El Lobo recobró su libertad. La Tierra toda.
El Lobo canta a la Montaña que es orgullosa.
El Lobo canta para Todos.
¿Quieres conocer la música que me ha inspirado?

Años más tarde, Terenci Moix abrió mi mente a una manera de escribir y relatar que me sedujo poderosamente. Con la novela Garras de Astracán, conocí un estilo único, desenvuelto y provocador que influyó en mi forma de observar la literatura. Con la novela El consuelo, un sublime tratado de arquitectura sentimental, según la crítica, conocí el inconfundible estilo narrativo de la escritora francesa Anna Gavalda. Descubrí y me deleité con la narrativa de Eduardo Mendoza, en Sin noticias de Gurb, novela en la que el humor y utilización de cultismos encajan a la perfección en su estilo sencillo y directo. Un libro que llevaré siempre en mi alma es La vieja sirena, novela cargada de poesía, sensibilidad y sensualidad, magistralmente escrita por José Luis Sampedro. Por último, contaros que, entre mis lecturas recientes puedo citar novelas como Con el amor bastaba, de Máximo Huerta, Un océano para llegar a ti, de Sandra Barneda, Tiempo muerto, de Margarita García Robayo, Patria, de Fernando Aramburu, (que me conmovió profundamente) y Las Vulnerabilidades, de Elvira Sastre, autora recién y bien hallada en mi universo íntimo literario.
Soy Eva Bustos, y os doy la bienvenida a mi universo de escritora de emociones.